"Después de Sadam, la maldición de Irak nunca se apartará de Bush"
Por Ali Al Axdiri
Violencia y más violencia es todo lo que nos llega como noticias desde Irak. Ataques, combates, y explosiones, que cada día dejan decenas de muertos y heridos, una realidad dura, dramática y dolorosa, que se ha convertido ya, con el paso del tiempo, en algo habitual pese a sus dimensiones trágicas... y si aceptamos amargamente esa realidad a pesar de nuestro rechazo y siendo incapaces de hacer algo para cambiar esa situación, lo que nos queda es sólo compartir el dolor y la tristeza con el pueblo iraquí que está sufriendo terriblemente y a ritmo diario de las atrocidades de la guerra sectaria provocada por la "ocupación" en Bagdad y en todas las ciudades iraquíes.
Tal vez -por no encontrar obvias razones para explicar la dramática realidad que vive Irak, diríamos, que es la maldición de aquellas tierras cargadas de historia, o quizás es la maldición del petróleo iraquí o la maldición de la llegada de los soldados de la ocupación extranjera a Bagdad, - antigua sede del gran califato de la 'dinastía abasida'*(1) que allí reinó durante el imperio árabe musulmán- una lamentable realidad que después de cuatro años de ocupación, sigue viviendo capítulos sangrientos dado el rechazo feroz de la resistencia iraquí a la ocupación que está aumentando y la violencia extrema que continúa sin cesar.
"Vencer o morir" dicen los que conducen la resistencia y la lucha armada en Irak. Otra cosa inexplicable que no ha cesado de extrañarnos a todos, es que las fuerzas de ocupación y sus aliados junto a las nuevas fuerzas iraquíes y con todo el armamento del que disponen no han podido conseguir mejorar en absoluto nada la situación de seguridad ni en Bagdad ni en ningún otro lugar o ciudad iraquí, es algo sorprendente que explica de manera clara el rotundo éxito que está obteniendo la resistencia iraquí de un lado y, de otro demuestra el gran fracaso de las operaciones militares extranjeras y sus aliados internos.
Si los anteriores planes y estrategias no sirvieron de nada, ¿para qué concebir, o repensar nuevos planes para establecer la calma en donde ha sido imposible alcanzarla durante casi cuatro años de guerra? La administración Bush, partiendo siempre de una visión triunfadora hace creer que está progresando en pacificar a Irak y que está instalando allí una democracia para todos los iraquíes, pero en realidad la violencia sectaria no hace más que crecer y aumentar. La administración Bush sabe o no que en realidad está empujando la violencia hasta los límites del desastre. Bush piensa, -pese a la oposición creciente y el rechazo casi unánime a la guerra dentro y fuera de los Estados Unidos- que él todavía puede posibilitar o conseguir una victoria en Irak, esto es lo que por lo menos indica su última decisión malpensada (Su Nueva Estrategia) de enviar a Irak más tropas para establecer la seguridad en la zona de Bagdad.
Si la nueva estrategia tiene como objetivo básicamente restaurar la calma en la capital iraquí y acabar con la resistencia en el Anbar, los combates, sólo durante los tres últimos días dejaron 40 cadáveres americanos, 13 de ellos en un accidente de helicóptero y los demás murieron en los diferentes ataques en Bagdad y Ramadi, sin hablar de las grandes pérdidas y cientos de muertos y heridos de la parte iraquí.
Aparte de este ciclo de violencia que vive Irak diariamente, antes y después de la ejecución de Sadam, el Gobierno Al Maliki y el Gobierno americano, en un incidente sin precedencia, intercambiaron duras críticas no oficialmente, pero si, en los medios de comunicación. Lo que explica la dramática situación política a la cual se encuentra enfrentado el pueblo iraquí, situación trágica caracterizada por la división que ha creado la ocupación entre las dos sectas principales, Sheíes y Suníes que forman el tejido del pueblo irakí, sin hablar de los kurdos.
Este nuevo capítulo de la política de errores y horrores que conduce los Estados Unidos en el país árabe explica el gran fracaso de toda la operación: desde la invasión de Irak hasta la situación caótica que vive hoy, la ocupación costó a EEUU, más de 3000 soldados, más de 500 mil millones de dólares, sin haber podido conseguir, curiosamente, ningún resultado visiblemente positivo, incluido el hecho de haber implantado al gobierno Al Malikí en Bagdad.
Cuando el presidente George W. Bush había declarado-anteriormente- al principio de este mes que la única manera de calmar la violencia sectaria en Irak era enviar a más de 20.000 soldados americanas adicionales, él sabía probablemente que el movimiento sería impopular, según un comentario hecho por Newsweek. De hecho, la última encuesta llevada a cabo por este famoso semanario ha revelado que la llamada de Bush para un refuerzo de tropas está rechazada por dos tercios (68 por ciento) de americanos y está apoyada por solamente un cuarto de ellos (26 por ciento). Casi la mitad de todos los que respondieron, (46 por ciento) desea ver a tropas americanas fuera de Irak “cuanto antes.”
el Presidente americano, tarde o temprano, ante las oleadas de rechazo y la oposición creciente dentro y fuera de los EEUU, probablemente cederá y reconocerá que la única estrategia que puede poner fin a la violencia en el país árabe es anunciar -cuanto antes mejor- la retirada de las fuerzas militares y dejar a Irak para los iraquíes.Cuatro años de guerra y violencia no cambiaron a mejor la situación política o ayudaron a instalar la calma en Irak, todo lo contrario, llevaron al caos y a la división interconfesional ( división y guerra sectaria) y étnica del pueblo iraquí.
En Oriente Medio, varios países están compuestos de grupos sectarios diversos, incluso los creyentes de diferentes religiones conviven juntos en toda armonía y paz, en Irak, en Líbano, como en Palestina; pero lamentablemente, las intervenciones políticas extranjeras desde los tiempos coloniales siempre han sembrado la división y la confusión, para crear situaciones propicias a sus intereses económicos o para ejercer otros poderes estratégicos en la zona.
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*(1)Dinastía Abasida(Abbasida o Abbasí) Dinastía reinante en el califato de Bagdad entre los años 750 y 1258, descendiente de un tío de Mahoma (Abbás). Su fundador, Abú-l-Abbás al-Safar, consiguió el poder tras derrocar a los Omeyas mediante una sangrienta rebelión iniciada en el Jurasán, que venció gracias al apoyo de los persas y los chiítas. Con los Abasidas se inició la ruptura de la unidad musulmana, pues, aunque pasaron por las armas a la mayor parte de la anterior familia reinante, uno de sus miembros (Abderramán I) consiguió huir a España, en donde constituiría un emirato independiente desde el 756. Trasladada la capital de Damasco a Kufa y, más tarde, a Bagdad, el califato Abasida se modeló sobre el antiguo Imperio persa de los Sasánidas, constituyendo los persas el grupo más influyente políticamente; pero no imitó la política de predominio árabe de sus predecesores, sustituyéndola por un equilibrio entre los árabes y las poblaciones no árabes islamizadas. Otro rasgo diferenciador con respecto a los Omeyas fue la insistencia en la unidad religiosa y en la persecución de las herejías, que contrasta con el progresivo debilitamiento del poder civil.
martes, 23 de enero de 2007
La maldición de Irak
Etiquetas:
Bush,
Guerra en Irak,
Irak
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