6-6-6: las mentiras del día de la bestia
Los cínicos habitantes de Nueva York dicen todos los días hay un tonto que sale a la calle y todos los días hay un listo que se lo encuentra. Y este refrán neoyorquino parece que lo han aprendido en otros lugares de la nación, incluida esa fábrica de fantasías que es Hollywood.
Primero tuvimos el lanzamiento a bombo y platillo de un manuscrito encontrado en el desierto egipcio que contenía textos de un grupo gnóstico del siglo IV.
La respetable National Geographic Society avaló tal presentación, con ruedas de prensa, películas, televisión y gran operación de mercadeo. Probablemente nunca Judas se imaginó que iba a tener un lavado de imagen como la que se le ha dado con la edición de este manuscrito.
A descodificar el texto copto de Judas nos lanzó la National Geographic. Total, creo que pocas personas han tenido la paciencia de leerlo.
Luego tuvimos una novela. Cuarenta millones de un texto policiaco que hubiera pasado sin pena ni gloria a no ser por el tema que trata: los amoríos entre María Magdalena y Jesús de Nazaret. De la novela a la película todo fue cuestión de dinero.
En los próximos días vamos a asistir al estreno de otro código, el que vemos por todas las calles: el 666 y con él la película el mercadeo y el montón de dinero habitual.
Subraya con cierta sorna Javier Ors en una magnífico artículo publicado en La Razón que, aprovechando que el diablo también pasa por Hoolllywood, este martes día seis, se estrenará el remake de «La profecía», aquel filme de los setenta que protagonizó en su día un Gregory Peck algo talludito.
En realidad, conviene decirlo, nadie sabe si ese día nacerá o no el anticristo. Pero ya conocemos a los grandes estudios. A los productores no se les mueven las pestañas por hacer morir un emperador romano en la arena o convertir la biografía de Shakespeare en una tragedia de amor almibarado. Y si se atreven con la historia, ¿Por qué no con la Biblia? Al fin y al cabo es el libro que más códigos ha dado hasta que llegó el señor Dan Brown.
Versículo 18.
A San Juan poco le interesaba el almanaque. Pero eso, aparte de irrelevante, no vende, lo que, por extraño que parezca, sí resulta importante. El Evangelista, que, por entonces podría ser santo, pero aún no era San Juan, escribió el «Apocalipsis» en la isla de Patmos. En el capítulo 13, versículo 18 escribió una de esas frases que ha logrado que los «freaks» de los dos últimos milenios se abran la cabeza.
El texto dice:
«Aquí es necesaria la sabiduría. El que tenga inteligencia que calcule el número de la bestia, pues es el número de un hombre. Su número es 666».
Lo realmente estremecedor es que haya habido gente capaz de ponerse a calcularla. Las teorías, sumas y cábalas han dado resultados para todos los gustos, desde Napoleón hasta Hitler o Stalin. Pero a los tiempos modernos les corresponde alguien de su altura, y el último en la nómina ha sido Bill Gates. Su nombre escrito en números da la cifra maldita.
Otros insisten en el reinado de las «www.» (tres seis en números romanos), pero los hay quienes apuntan a las tarjetas de crédito o las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID) que sustituirán a los códigos de barra. Se apoyan en estos versículos del «Apocalipsis»:
«Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre»
«Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente».
lunes, 5 de junio de 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Publicar un comentario