Anápolis entre promesas y milagros: "de relanzar paz y crear un estado palestino"
De la Conferencia de Madrid hace 17 años a las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos en Camp David, a la cita de Anápolis, EEUU, como en las –reuniones consideradas históricas anteriores-, procura por su mediación impulsar sólo las discusiones del proceso de paz, y no la paz, porque son dos cosas distintas. Desde finales de los años 60, la triste historia del Oriente Próximo se repite, no a favor de los pueblos o los demás pueblos de la zona lamentablemente.
Si a la negociación, pero no a la solución: es el lema eterno de toda iniciativa de negociación o mediación sea americana u otra, a Israel como fuerza dominante de ocupación presente en los territorios bajo su poder absoluto , no le importa tanto que haya paz o guerras, la monstrouosa máquina militar potente de la que dispone el estado hebreo, aunque no le da toda la seguridad deseada pero sí le asegura más protección y menos víctimas en comparación con el lado palestino. Al aliado estratégico de EEUU siempre le está reservada y garantizada toda especie de protección, incluido lo más necesario: la protección política y militar. Opuestamente a la suerte histórica y la situación cómoda de la goza el estado hebreo, los palestinos sólo reciben ayudas humanitarias y hoy, se encuentran dramáticamente aislados y abandonados, más que nunca, de la parte de la comunidad internacional, de sus hermanos los árabes y de las grandes potencias.
En cuanto a la cumbre de Anápolis, todo el mundo creía que Bush iba a cumplir su promesa histórica: su visión de dos estados. Todos creíamos que iba a anunciar la creación de "un Estado palestino viable al lado de Israel" en presencia de las delegaciones de los 44 países invitados a la cumbre de Anapolís cerca de Washington, pero nada, y tampoco sucedieron milagros para que lo hiciera. Bush quiso que asistieran aquellos países para formar posiblemente una nueva coalición, probablemente en la lógica de su preocupación actual, que es la preparación de un plan ofensivo contra Irán y no -por supuesto- para asistir a la creación de un Estado Palestino o lograr acuerdos de paz.
Entre los invitados a la Conferencia de paz, 16 Estados árabes y la propia Liga Árabe, todos asistieron como para hacer parte del decoro necesario para anunciar algo importante, y no simplemente para hablar de esperanzas vacías y conversaciones inútiles- como ocurrió en el pasado, como se tratara de una especie de “no ending story”. Nadie duda de las intenciones bélicas de Bush, pero de sus intenciones de paz quizás nadie puede creer en lo que él viene de plantear, a menos que sucedan milagros para que nos haga creer en lo que promete a los palestinos: la creación de un Estado.
No obstante, el jefe de la Casablanca se limitó a hacer discursos generales y vacíos. ¿Qué más sabe hacer mejor?, y mucho mejor en situaciones similares. Los dirigentes palestinos e israelíes anunciaron, o mejor dicho, repitieron sus mismos deseos eternos, ¿y por qué no? sus respectivos pueblos necesitan un poco de eso de discursos calmantes- si pueden creer en sus palabras- en ese sentido, por lo menos Anápolis ha servido para algo, es decir para fomentar un poco de esperanzas y sueños: No por falta de optimismo, pero no sabemos si los líderes del momento, Bush, Olmert y Abbas tienen la voluntad de "poner fin al baño de sangre y a los sufrimientos padecidos durante seis décadas".
Quizás Anápolis puede relanzar la paz, pero Bush en esta recta final de la trayectoria de su poder ya ha perdido toda la credibilidad por sus graves errores cometidos en Irak. Hablando de paz en Palestina, para su administración en estos duros tiempos, es indudablemente hoy una forma de pragmatismo político puro, las anteriores conferencias no favorecieron la paz, solo sirvieron los intereses de los dirigentes americanos en al antaño y su aliado Israel.
Para la historia: Annapolis, no será más que una cumbre de discursos con adornos retóricos coherentes con las estrategias y los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en el presente y el futuro, como lo muestra este “texto bien redactado en Anápolis” que añade, pocas cosas de deja- vu, pero en un lenguaje nuevo y al estilo propio de G.W.Bush-: "abrir una nueva era de paz basada en la libertad, la seguridad, la justicia, la dignidad, el respeto y el mutuo reconocimiento".
“Todos los asuntos que actualmente nos dividen serán tratados, sin excepción", afirma el texto conjunto, que establece un método de trabajo para las conversaciones y prevé reuniones bisemanales entre Olmert y Abbas para avanzar en la solución de esos asuntos, especialmente los relacionados con el regreso de los refugiados palestinos al territorio israelí, el estatus final de la ciudad de Jerusalén o los límites territoriales del nuevo Estado, incluyendo a los actuales asentamientos judíos. Para ello se menciona como marco el acuerdo alcanzado el 30 de abril de 2003 por el llamado Cuarteto (Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas) y conocido como Hoja de Ruta”.
jueves, 29 de noviembre de 2007
¿Promesas de Bush o milagros de Anápolis?
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