"Periodismo ciudadano" ¿en serio? "No sé"
La incertidumbre pareció adquirir un carácter protagónico en varios momentos de la reciente Convención de la AEJMC 2005, en San Antonio, Texas (ver recuadro). Ello se hizo especialmente notorio en las múltiples intervenciones que abordaron el tema de los blogs y los bloggers, cuando muchas preguntas desde las audiencias en una diversidad de sesiones obtuvieron por respuesta un intelectualmente honesto “no sé”. Aunque se trata de un producto y una realidad de apenas unos años de existencia, ya está generando muchas discusiones, hipótesis sobre sus probables proyecciones e incipientes investigaciones sobre sus posibles efectos, positivos y negativos, sobre todo en relación con la actividad periodística.
A pesar de las numerosas preguntas todavía abiertas, académicos y profesionales no dudaron, eso sí, en calificar ya como un fenómeno la creciente cantidad de visitas que reciben los blogs y la vertiginosa multiplicación de estos espacios de expresión personal en internet —mezcla de página web, lugar de chat e email— cuya gracia radica en su permanente actualización, en la posibilidad de interactuar y de expresarse e informar sin riesgo de ser editados. Además, se prevé este fenómeno como imposible de erradicar. Incluso, desde el ámbito del periodismo, ya se le ha comenzado a dar un nombre cuando los contenidos tienen que ver con información o debates de actualidad identificándolo como citizen journalism o participatory journalism, o sea, periodismo hecho por los ciudadanos. Se lo pretende distinguir así de la corriente de los años 80 y 90 que proponía el periodismo cívico o público, aún realizado por periodistas pero con consulta y contacto estrecho con su público objetivo. Este “periodismo ciudadano” o “periodismo participativo” derechamente prescinde del periodismo de los periodistas o en el mejor de los casos está dispuesto a coexistir con él.
Ante tal implacable realidad, los medios tradicionales han reaccionado de diversas maneras, desde descalificar los blogs hasta ofrecer espacio gratuito a los bloggers para instalar sus blogs personales dentro de la versión online del medio. Hay medios que permiten o incluso promueven que sus periodistas tengan allí sus propios blogs e interactúen con las audiencias, paralelo a su actividad como reporteros.
Los cuestionamientos desde la academia y el mundo profesional a estas iniciativas no se han hecho esperar. Por ejemplo, se preguntan educadores e informadores si tras la integración de los blogs personales en las versiones online de los medios no habrá una intención de generar contenidos sin costo económico y sin responsabilidad para ese sitio informativo. Se cuestiona también si por el solo hecho de aparecer un blog bajo el logo de un medio no se le traspasa automáticamente a ese espacio personal la credibilidad de que pueda gozar la empresa informativa aún cuando ella no se hace cargo de esos contenidos. O bien, ¿qué ocurre si un periodista en su blog se manifiesta contrario a la línea editorial del medio del cual también es reportero y que le está ofreciendo ese sitio? Y la pregunta básica, ¿en qué se estaría diferenciando el periodismo hecho por los ciudadanos de aquel realizado por los periodistas y cuál es el posible efecto social de cada uno de ellos? Si el periodismo tiene una responsabilidad social, ¿ella se le podría exigir también a este “periodismo ciudadano”? Desde una postura positiva, ¿qué es lo que los blogs efectivamente están aportando o podrían aportar al periodismo tradicional?
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miércoles, 12 de octubre de 2005
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