La revolución en el mundo árabe sigue extendiendo imparable. Todos los países árabes sin excepción necesitan cambios serios y urgentes. De Túnez la ola de cambio se ha extendido a Egipto y, de tener éxito allí, se nota el contagio revolucionario y las replicas del descontento popular que poco a poco llega a toda la geografía del mundo árabe. Todavía no se sabe cómo acabaría la liberación polémica puesta en marcha en Libia, con más víctimas mortales y sacrificio del pueblo libio valiente, no obstante y, pese a la resistencia del dictador libio, podemos adelantar que sólo es cuestión de días y no de semanas: Libia será liberado, según las últimas noticias, Gadafí quiere ceder el poder a las al nuevos líderes que encabezan la liberación libia, lo que indica que pronto veremos caer el régimen autocrático (tribal) de Gadafi.
La revolución de este grupo de países Túnez, Egipto y Libia abre el primer capítulo de la liberación árabe. ¿Le seguirán otros en un futuro próximo?. A los países del Magreb Argelia y Marruecos han llegado las réplicas pero el contagio hasta ahora es muy relativo. Sin embargo en toda la región árabe la democratización ya es un proceso puesto en marcha y el cambio en el conjunto del mundo árabe ya es una realidad histórica: inevitable e imparable.
Europa más cercana y mejor capacitada que los EEUU, tiene un papel histórico a jugar en este momento preciso, si es coherente consigo misma debe apoyar esta ola de cambio. Coherente a más de un nivel, porque no se trata de valores de Europa, sino también de sus intereses. “Desde hace años, la UE viene perfilándose como un referente ético aunque cada vez con menor influencia en la escena internacional. ¿Qué mejor manera de ampliar su influencia que apoyando la expansión de los valores democráticos? ¿Qué mejor modo hay de hacerlo que apoyando estas revueltas populares, nacidas de los propios ciudadanos de aquellos países donde el cambio emerge? ¿Traicionará ahora sus mejores virtudes en pos de mantener el statu quo en su periferia? Porque en cuestiones de seguridad, siempre será mejor una democracia bien cimentada que una dictadura débil para mantener a raya la inestabilidad y la inseguridad.
Es mejor un norte de África democrático que una colección de tiranías donde fermentan la marginalidad, la pobreza y la violencia. Una democracia, además, ofrece mejores garantías a la hora de invertir en un país, ya que la transparencia es mayor y, sobre todo, ofrece una seguridad jurídica que los regímenes autoritarios pueden no respetar siempre. Es la oportunidad de oro para las empresas europeas de encontrar un mercado norteafricano con garantías.
Europa, como estandarte de los valores democráticos en un mundo en el que emergen potencias indiferentes a estos, tiene la obligación moral de dejar atrás su complicidad con los dictadores que mantenían a raya las amenazas y el control en su patio trasero. Hoy tiene la obligación ética de ayudar en todo lo posible a los países que por sí mismos se constituyen en democracias, para garantizar la solidez y el arraigo de las mismas para evitar que sean débiles y corran el riesgo de desvirtuarse o colapsarse, pudiendo dar lugar al surgimiento del movimiento opuesto, la reacción y el integrismo. Este, y no el de la guerra, es el camino que Occidente debe tomar para implantar la democracia en los países árabes.
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