lunes, 7 de noviembre de 2005

¿Y por qué arde Paris?

No sé, pero, por alguna razón, este título creo que responde a la inquietante situación que vive Paris desde los primeros días de los disturbios callejeros. Las revueltas parecen el inicio de una especie de intifada; las violentas manifestaciones nocturnas, la quema de coches y escuelas, las amenazas a la seguridad pública en los alrededores de París, se van extendiendo poco a poco a otras ciudades francesas.

Los principales actores de este movimiento juvenil, que ha iniciado esta protesta radical, son grupos de inmigrantes que se sienten cada día más y más marginados. Grupos de ciudadanos franceses, por cierto, pero con menos derechos, como dicen algunos estudios sociológicos recientes. Pertenecientes a la segunda o tercera generación de inmigrantes de origen magrebí o africanos, estos jóvenes furiosos son los que hoy han salido a las calles para expresar de forma violenta sus inquietudes y su desesperación. Las autoridades francesas y las fuerzas de seguridad, frente a esta crisis, parecen como sorprendidos por esta oleada de ‘protestas ante la injusticia’ sin precedentes en su género, aunque con algunas semejanzas con aquellos lejanos días de ‘mayo del 68’ y su famosa revolución estudiantil. Las autoridades francesas están buscando soluciones y salidas, sin ninguna exageración, se nota que la gravedad de esta revuelta continúa aumentando en intensidad y los disturbios se extienden a otras ciudades francesas, dificultando aún más las intervenciones del Estado Francés.

Por consiguiente, todo indica que el Gobierno francés no estaba esperando esta oleada de violencia, caracterizada por protestas callejeras violentas, metódicas y consistentes, disturbios e incendios de coches y choques violentos con las fuerzas de seguridad. Una revuelta organizada para expresar la furia y el malestar de jóvenes de barrios pobres que ya no pueden aguantar como les trata el Estado francés. Todo indica que detrás de estas calamidades y quejas existe un verdadero desequilibrio social debido a la falta de igualdad porque, para esta clase social de jóvenes, las oportunidades de encontrar trabajo no son las mismas que para el resto de los franceses, aunque se pretenda negarlo, como hacen los dirigentes políticos. Los analistas acusan a Francia de no haber hecho nada para mejorar las condiciones de vida de éstos grupos, de no ayudarles a integrarse bien en la sociedad francesa.

Algunos no descartan que Francia va a tener una serie de problemas en el futuro, porque desde hace tiempo viene practicando una política que no ayuda mucho a erradicar la marginación de las minorías étnicas. De momento, nadie quiere islamizar esta crisis, pero se habla de un relativo racismo que las democracias occidentales pretendían y pretenden que era ya cosa del pasado y que, hoy, no existe.

Si en Francia no se respetan los Derechos Humanos básicos, ¿qué vamos a decir nosotros de los demás países del tercer mundo? ¿Por qué no pueden, ni han podido integrarse en la sociedad occidental estos inmigrantes?, y si no es la integración, ¿cuáles son sus verdaderos problemas? Lo cierto es, digámoslo francamente, que las sociedades europeas -entre ellas la francesa- han sido básicamente concebidas por europeos y para los europeos.

Lo que destacamos aquí es sólo la parte visible de este grave suceso, una preocupación entre varias preocupaciones, que tan sólo vienen a ser noticia después de estas repetidas formas violentas de expresar las profundas inquietudes sociales para que, posiblemente, los problemas de los jóvenes lleguen a ser puestos sobre la mesa de los dirigentes políticos y del Estado francés. Los medios de comunicación, finalmente, se han encargado de iluminar un poco lo que ocurre pero, por lo que hemos visto, tan sólo tienden a apagar el fuego, sin querer entrar a analizar las causas del problema. ¿Serán capaces en el futuro de captar el mensaje y comunicarlo claramente con el objeto de llamar la atención de todos los responsables? Los problemas de las minorías étnicas existen, y requieren soluciones serias, y es lamentable que este grito de violencia sea el detonante del debate sobre la gravedad de la situación que viven estos jóvenes.

No obstante, y visto que ya han pasado dos semanas de protesta, las autoridades francesas todavía dicen que no entienden porqué estos grupos de emigrantes, que viven en los alrededores de París y en los barrios pobres, tienen que protestar furiosamente y pretenden no saber que es lo que se puede hacer para poner fin a esta espiral de violencia callejera. Digamos que están intentando hacer una lectura de lo que pasa, para luego actuar. Desde el principio, se han puesto de manifiesto las discrepancias existentes entre De Villepin y Sarkozy, los dos hombres fuertes bajo la presidencia de Chirac, o los dos hombres fuertes de la escena política francesa. Ambos siguen interpretando los sucesos de una manera bastante pasiva, sin ninguna intervención eficaz. ¿Cómo hay que encarar este problema? ¿Por qué no abrir un diálogo directo con los representantes de estos grupos sociales? ¿Por qué se niega a reconocer que existe un grave problema? Si la revuelta y los disturbios continúan,¿qué medidas tomará el Gobierno francés?

Algunos analistas hablan de un problema racial. Un nombre árabe o un color de piel diferente a la de los europeos son, en muchas ocasiones, verdaderos obstáculos a la hora de buscar puestos de trabajo, porque no existe igualdad en cuanto a derechos… las oportunidades no son las mismas. El acceso a la vida laboral es más difícil para los jóvenes magrebíes y africanos, especialmente para la segunda generación de emigrantes extranjeros, porque estos, siendo más conscientes, exigen más derechos, contrariamente al comportamiento pasivo de sus padres, a los cuales las autoridades francesas estaban bien acostumbrados.

En Estados Unidos se ha discutido ampliamente el problema racial tras el paso del huracán Katrina. Los habitantes de color, o afro-americanos, damnificados, se encontraron abandonados a su suerte durante varios días tras la catástrofe natural. Pero, después de lo sucedido, el Gobierno federal reconoció sus errores al no haber prestado la atención necesaria a las víctimas de la devastación. Sin embargo, en Europa occidental, donde se canta mucho ‘Fraternité y Egalité’, las minorías étnicas, formadas principalmente por magrebíes y africanos, siempre han vivido silenciosamente tragando sus complejos de inferioridad y la falta de igualdad, aunque tengan el derecho de compartir con los europeos los mismos espacios públicos. Frente a la amarga realidad, ellos se sienten como ciudadanos de 2ª o 3ª clase, como bien han expresado algunos de estos jóvenes en la prensa francesa.

Aquí me viene a la cabeza una historia que nunca pude olvidar. La de Yasine, un joven marroquí fruto de un matrimonio mixto, padre marroquí y madre francesa, perteneciente a una buena clase social, que, cuando ha tenido que trasladarse a vivir y estudiar a Paris, no ha podido Soportar la vida en un medio social tan insoportable y hostil, en una sociedad que rechaza la convivencia entre las diferentes castas y distintas razas. Así es Francia, un país que pretende reconocer la igualdad entre los ciudadanos en materia de Derechos Humanos, pero donde la coexistencia es bastante complicada. Tristemente, donde más se manifiesta es en la vida cotidiana. Los grupos étnicos lo sufren a diario, especialmente los de origen magrebí o africanos, siempre rechazados socialmente y, en la práctica, sin igualdad de derechos. París no es un lugar para las minorías pobres de color o de nombre árabe. Por eso, Yasine, aún siendo mitad francés por parte de madre, después de un año de dura vida universitaria, no pudo soportar mas este ambiente impregnado de un racismo inaceptable y decidió cambiar de rumbo e irse a vivir a Dinamarca, porque en los países nórdicos si existe un elevado nivel de igualdad y los Derechos Humanos son relativamente respetados, mucho más que en Francia, según la propia experiencia de Yasine.
+++ ++ +
A.Axdiri
(Tiempos de cambio)

5 comentarios:

Luunn@ dijo...

De nuevo la TOLERANCIA de nuevo la discriminacion y estamos en el siglo XXI,parece increible que todavia pasen estas cosas, pero la verdad que pasan,la historia que contastes muy verdadera y seria interesante que se pudiera publicar en Francia que los habitantes de tan linda ciudad,pudieran decir su punto de vista respecto a la disciminacion que hacen objeto a la comunidad arabe.Por que no hacer nada es ser complice..
Un saludo cariñoso
Luunna

Luunn@ dijo...

Vi las noticias de la mañana y escuche que pusieron toque de queda y ademas piensan colocar estado de emergencia en Paris, es la solucion por supuesto que no,esto es una salida para que dejen de manifestarse, pidieron la salido de un ministro, pero creo que va mas alla de estas medidas va fundamentalmente en que todo el mundo,incluida las autoridades cambie su postura que no xenofobico,ademas Paris no es el unica ciudad de Europa que pasa esto, pasa en otras grandes capitales,estas mismas que hace ya siglos invadieron otros territorios ,las mismas de las cuales huyeron muchos ciudadanos y fueron recibidos en America del Norte y America del Sur,buscando nuevos horizontes y no se los discriminaba,seria bueno que esos Europeos se acuerden de la historia.
Un saludo afectuoso
Luunna

Anónimo dijo...

Me ha llamado la atención la expresión "grupos de extranjeros" al comienzo del artículo...
En realidad, no sé si les puede llamar extranjeros ya que, por una parte, estos jóvenes han nacido en Francia y tienen la nacionalidad francesa. Por otra parte, lo que reclaman es que les considere como ciudadanos franceses y que sean reconocidos como tal. Por lo cual, esto significa que en realidad estos jóvenes son de alguna manera ciudadanos sobre papel mientras que en su vida cotidiana no gozan de los mismos derechos y oportunidades que los franceses "de souche". Mi pregunta es: ¿A quién le interesa esta doble situación tan confusa? o, dicho de otra manera: ¿por qué algunas sociedades han de tener ciudadanos de segunda o de tercera clase?
Saludos

Anónimo dijo...

Me permito haceros una recomendación, muy interesante el nuevo comentario de Lourdes Muñoz, reflexionando sobre el Katrina y el hecho que ha conocido a James Nolan, escritor de New Orleans con l cual han coincidido en las valoraciones sobre los hechos.
Una reflexión política sobre la experiencia en New Orleans

Anónimo dijo...

Muy interesante esta reflexión de Lourdes Muñoz que, además se basa en su vivencia personal. Sus comentarios me hacen pensar al conocido pero no tan famoso libro de Susan George "El informe de Lugano":

http://usuarios.lycos.es/politicasnet/Libros/lugano.htm

http://usuarios.lycos.es/politicasnet/autores/george.htm