martes, 18 de octubre de 2005

Otra Europa sigue siendo posible
José Maria Aznar
El pesimismo reina sobre Europa. La izquierda, que hizo del Tratado de la Constitución europea su último bastión ideológico, sigue buscando las palabras adecuadas tras el no popular en Francia y Holanda; el centro-derecha, aunque celebró en Polonia la victoria de una fuerza política reformista y liberalizadora, está sin embargo tratando de digerir la desgana de los votantes alemanes a la hora de aceptar las duras condiciones y la necesidad urgente de reformas. Pero el pesimismo se puede superar. Todavía no es demasiado tarde para cambiar el rumbo de Europa. La pasividad y los líderes blandos o descafeinados son la peor receta para Europa en estos momentos. Europa vive presiones existenciales y necesita encontrar una manera de sobrellevarlas. Desde la amenaza del terrorismo; los riesgos de crisis económicas; y los peligros de una demografía caracterizada por una población cada vez más envejecida y una tasa de natalidad insuficiente, hasta la persistencia de ideas equivocadas sobre cómo afrontar el futuro. Sin embargo, desde mi punto de vista, la hoja de ruta para un futuro mejor es simple y clara.

Resulta imprescindible recuperar nuestros valores y nuestros principios, las raíces más profundas de Europa, como por ejemplo, nuestras raíces cristianas. Nuestros propios valores culturales, dejando a un lado el tremendo error del multiculturalismo. Debemos reavivar una voluntad firme para fortalecer nuestras alianzas y nuestros compromisos con aquellos aliados que opinan como nosotros. También necesitamos potenciar la influencia de Europa mediante la promoción de políticas que favorezcan la reforma, la flexibilidad y la apertura. Y por último, necesitamos decidir cómo definir a Europa como potencia al lado de Estados Unidos, siendo una parte fuerte del mundo occidental, pero no como una contra-potencia de los Estados Unidos. Sería una tontería entrar en el juego de dividir al mundo atlántico.

Esto puede traducirse en políticas específicas, un programa para una nueva Europa:

En primer lugar, hay que definir los límites de la Unión Europea. Europa no es infinita. En algún punto del mapa habrá que trazar una línea. Es fundamental que construyamos una Europa viable, una Europa factible. Una de las cuestiones que necesitamos tratar es Turquía con todas sus ventajas e inconvenientes. Y más ahora, cuando la Unión Europea acaba de iniciar el proceso de negociación para la adhesión de Turquía.
Lea + Vía Libertad digital( publicado en Financial Times)

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