sábado, 8 de octubre de 2005

La alianza y la valla

Semanas después de que el presidente del Gobierno defendiera en la cumbre de la ONU su propuesta de alianza de civilizaciones, la tragedia que rodea las repetidas olas de inmigrantes subsaharianos en Ceuta y Melilla está representando para Rodríguez Zapatero todo un baño de realismo. Lejos de los grandes discursos, el Gobierno español se enfrente a una triple exigencia: contener la entrada clandestina de inmigrantes, recabar la cooperación activa de Marruecos y hacerlo sin atentar contra la vida de las personas y sus derechos humanos más elementales. No deja de ser una cruel paradoja el hecho de que, cuando esa cooperación se ha producido, el resultado haya sido la muerte de varios inmigrantes a disparos de las fuerzas de seguridad marroquíes y el abandono de centenares de ellos en el desierto.


En este contexto, la decisión del Gobierno español de proceder a la devolución de inmigrantes sin papeles a Marruecos en aplicación de un convenio bilateral de 1992 debería estar condicionada a las garantías efectivas sobre la asistencia humanitaria que deben seguir recibiendo. Toda persona, como tuvo que recordar ayer el Defensor de Pueblo andaluz, es ciudadano del mundo y, como tal, goza de derechos y garantías reconocidos en los tratados y convenios internacionales de los que Madrid y Rabat son signatarios. En consecuencia, la necesidad de contener las olas de inmigrantes en las vallas de Ceuta y Melilla debe compaginarse con el mantenimiento de la ayuda humanitaria y el trato digno que merecen.
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Inmigracion (Info & opinión)
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- L' Espagne plus hermétique

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