Yves Saint-Laurent, fue uno de los grandes diseñadores de moda más importantes del siglo XX, fundador de la marca de ropa de alta costura que lleva su nombre, ha muerto este domingo en París a los 72 años de edad, según la Fundación Pierre-Bergé-Saint Laurent.
Su carrera comenzó a los 18 años, en la famosa casa- firma- Christian Dior, donde reemplazó al propio Dior al frente de su firma dos años después, convirtiéndose en el modisto más joven de la alta costura parisienne. Su carrera en la firma Dior concluyó en el año 1960, cuando fue llamado para cumplir con el servicio militar francés. (Yves Mathieu Saint-Laurent; Orán, Argelia, 1936) Modisto francés, uno de los nombres míticos de la alta costura. Hijo primogénito de Charles Mathieu y Lucienne Andrée Saint-Laurent, creció junto a sus dos hermanas con todas las comodidades propias de una buena familia asentada en la Argelia francesa. Su padre, abogado de cierto éxito, siempre quiso que Yves estudiara derecho y éste asistió a una escuela de Orán donde recibió una educación basada en una férrea disciplina que le afectó e influyó en su vida posterior.
Siempre se sintió muy unido a su madre, Lucienne, una mujer bella y elegante que fascinaba a Yves con sus constantes cambios de vestuario. Ella comprendió enseguida al sensible niño y cuando vio que los compañeros de clase se reían de su hijo porque vestía las muñecas de sus hermanas y las marionetas del teatro de la escuela, decidió buscar un centro de aprendizaje de confección y patronaje en París donde pudiera desarrollar todo su talento.
Sus colecciones en los años 60 destacan por la incorporación del smoking al vestuario actual y la innovación del prét-a-porter femenino. En esa época diseñó decorados y vestuario para películas y obras como Cyrano de Bergerac y La Pantera Rosa, mientras convertía a Catherine Deneuve en icono de estilo y musa personal.
Su afición al arte le llevó a homenajear a maestros como Mondrian, Picasso y Braque con vestidos que reproducen sus motivos. Una exposición en La Coruña (febrero de 2008) ilustraba esta influencia en su trabajo, reuniendo sus diseños junto con obras de arte que los inspiraron.
Creador revolucionario y modelo ocasional
En 1970 sus desfiles destacaron por la presentación de la americana femenina y vestidos y blusas que dejaban la espalda al descubierto. Pero el hecho de que su colección «Estilo años 40» obtuviera muy malas críticas fue motivo suficiente para que Yves decidiera abandonar la moda durante los dos años siguientes. A principios de los años setenta hizo de modelo para su colección Rive Gauche de prêt-à-porter masculino, y llegó a posar desnudo ante la cámara de Jean-Loup Sieff para su perfume, algo inusual en aquellos tiempos.
Con la colaboración de sus dos mejores diseñadoras, Loulou de La Falaise y Anne-Marie Muñoz, en 1974 el modisto reapareció con una colección dedicada al Segundo Imperio y de nuevo escuchó aplausos. Ese año la revista Time lo denominó «rey de la moda» y le dedicó una portada. También ingresó varias veces en hospitales, de los que salía para volver a recaer, y ni siquiera el apoyo de su amigo Pierre pudo evitar que acabara cada vez más solo en su piso de París, o refugiado en la mansión que se había construido en Marrakech. Harto de esta situación, Bergé lo abandonó en 1976.
Los miedos de un triunfador
En 1983, en el Metropolitan Museum de Nueva York, se inauguró una exposición dedicada a sus creaciones. Dos años después fue el Museo de Bellas Artes de Pekín el que hizo lo mismo, y en 1986 el Museo de la Moda de París presentó una retrospectiva del modisto desde 1958. El éxito de Saint-Laurent fue tal que a fines de los años ochenta la empresa creada más de veinte años atrás ya contaba con más de 10.000 personas que trabajaban en 200 países y facturaba unos 360 millones de euros.
Pese a que ya había sido distinguido con el galardón Oscar Neiman Marcus de la Costura (Dallas, 1958), o el Oscar Harper’s Bazaar (1966), a mediados de los años ochenta llegó el reconocimiento público a su labor y recibió la Legión de Honor de manos del presidente francés François Mitterrand. Sin embargo, Yves Saint-Laurent siguió padeciendo episodios de inseguridad y el miedo al fracaso lo llevaba a consumir tranquilizantes y somníferos.
Entre París y Marrakech
En los años noventa pasó largas temporadas en su palacete de Marrakech, en el que se encerraba durante semanas para crear sus colecciones. En París, el 12 de julio de 1998, con motivo de la final del Mundial de Fútbol, 300 modelos desfilaron en el Estadio de Saint Denis en una retrospectiva de cuarenta años de creación del modisto. Y ese mismo año creó la que sería su última línea de prêt-à-porter.
El diseñador americano Albert Elbaz fue elegido por el maestro para que le sucediera, pero la compra al año siguiente de la mayor parte de su empresa por parte del Grupo Pinault trastocó sus planes. Tom Ford se hizo cargo de todo excepto de la alta costura, que siguió a cargo del modisto francés unos años más. Tras su retirada en 2002, Yves Saint-Laurent sigue siendo un enigma, un anarquista millonario capaz de declarar: «Lo único que lamento es no haber inventado el pantalón vaquero».
Si algo destaca en Yves Saint-Laurent, además de su genio creador, es su carácter transgresor y contradictorio, una auténtica leyenda de la moda por derecho propio, autor del traje pantalón, la sahariana, los shorts... De las primeras transparencias al escándalo del negro, el itinerario de este modisto, que fue el primero en quebrantar las reglas de la alta costura, no ha dejado de representar un himno a la mujer y a la moda, siempre buscando un equilibrio entre la comodidad y la fantasía. Enfermo y cansado, se retiró consciente de haber hecho progresar la alta costura y de haber creado la indumentaria de la mujer contemporánea.