domingo, 2 de noviembre de 2008

Elegir la esperanza, no el miedo

Con Obama el cambio será sin duda asegurado, pese a que los candidatos, durante el periodo de elecciones, siempre anuncian como programas electorales, o cosas así, pero no esta vez, referiendo a la situación de la primera potencia mundial. América requiere una transición inmediata a otro modelo de poder político y no la continuación de los errores de Bush y su administración. Los discursos de Barak Obama reflejan un poco el deseo de todos. El sueño americano parece posible con este hombre de color. No al miedo que reinó durante el periodo de la administración Bush, no a la continuación de casí una década de guerras y miedo. Si al cambio que puede abrir el camino a la esperanza al cual aspiramos todos junto al puenlo americano. (A.D)


De un discurso de Barak Obama

Bautizado por algunos como “la gran esperanza de los blancos” al encarnar el sueño de reconciliación en un país con profundas divisiones raciales, el candidato demócrata Barack Obama, tras su victoria en los caucus de Iowa, ofreció un discurso que ha sido alabado por los medios de información estadounidenses.

Gracias, Iowa. Dijeron que este día no llegaría nunca. Dijeron que nuestras expectativas eran demasiado elevadas. Dijeron que este país estaba demasiado dividido, demasiado desilusionado para unirse en torno a un propósito común.

Sin embargo, en esta noche de enero -en este momento definitorio de la historia-, habéis hecho lo que los cínicos decían que no podríamos hacer. Lo que el estado de Nueva Hampshire puede hacer dentro de cinco días. Lo que Estados Unidos puede hacer en este Año Nuevo del 2008.
En colas que se han extendido en torno a escuelas e iglesias, en pequeñas y grandes ciudades, habéis venido como demócratas, republicanos e independientes para alzaros y decir que somos un único país, que somos un pueblo y que ha llegado nuestro momento de cambio.

Habéis dicho que ha llegado la hora de superar la amargura, la mezquindad y la rabia que ha consumido Washington; de acabar con la estrategia política basada en la división y de optar por otra basada en la adición; de construir una coalición por el cambio que se extienda por los estados republicanos y demócratas. Porque así venceremos en noviembre, y así nos enfrentaremos por fin a los desafíos que tenemos como país.

Elegimos la esperanza en lugar del miedo. Elegimos la unidad en lugar de la división, y también elegimos enviar un poderoso mensaje de que el cambio está llegando a Estados Unidos.
Habéis dicho que ha llegado el momento de comunicar a los lobbistas, que creen que su dinero y su influencia hablan más alto que nuestras voces, que no son ellos los dueños de nuestro gobierno, que somos nosotros; y que estamos aquí para hacernos de nuevo con él.

Ha llegado el momento de un presidente que sea honrado con las opciones y los desafíos a los que nos enfrentamos; que os oiga y aprenda de vosotros incluso cuando estamos en desacuerdo; que no sólo os diga lo que queréis oír, sino lo que tenéis que saber. Y, en Nueva Hampshire, si me dais la misma oportunidad que en Iowa esta noche, yo seré ese presidente para Estados Unidos.
Gracias.

Seré un presidente que hará por fin asequible y disponible la asistencia sanitaria para todos los estadounidenses, del mismo modo que amplié la asistencia sanitaria en Illinois, uniendo a demócratas y republicanos para que hacer el trabajo.

Seré un presidente que podrá fin a las amnistías fiscales para las compañías que trasladan nuestros puestos de trabajo al extranjero y crearé una reducción fiscal dirigida a la clase media y que vaya a parar a los bolsillos de los trabajadores estadounidenses, que la merecen.

Seré un presidente que aprovechará el ingenio de agricultores, científicos y empresarios para liberar a este país de la tiranía del petróleo de una vez por todas.

Y seré un presidente que pondrá fin a la guerra de Iraq y traerá los soldados a casa; que restaurará nuestra posición moral; que sabrá que el 11-S no es una forma de obtener votos a través del miedo, sino un desafío que debería unir a Estados Unidos y al mundo contra las amenazas comunes del siglo XXI: las amenazas comunes del terrorismo y las armas nucleares, el cambio climático y la pobreza, el genocidio y la enfermedad.

Esta noche nos encontramos un paso más cerca de esa visión de Estados Unidos gracias a lo que habéis hecho aquí, en Iowa. Y por eso quiero agradecer de modo especial a los organizadores y los jefes de distrito, a los voluntarios y al personal que ha hecho todo esto posible.

Y ya que estoy en el apartado de los agradecimientos, para mí tiene mucho sentido dar las gracias al amor de mi vida, la roca de la familia Obama, la colaboradora del miedo, la duda y el cinismo; la política en que nos derribamos los unos a los otros en lugar de levantar juntos este país. Éste fue el momento.

Dentro de unos años, volveréis la vista atrás y diréis que éste fue el momento, que éste fue el lugar, en que Estados Unidos recordó lo que significa tener esperanza.Durante meses hemos sido objeto de risas, incluso de burlas, por hablar de esperanza. Pero siempre hemos sabido que la esperanza no es el optimismo ciego.

No es hacer caso omiso de la tarea que tenemos delante ni de los obstáculos que se encuentran en nuestro camino. No es sentarse en la cuneta ni rehuir una pelea. La esperanza es algo dentro de nosotros que insiste en que, a pesar de todas las pruebas que señalan lo contrario, nos espera algo más cercana a lo largo de la campaña, un aplauso para Michelle Obama.

Sé que no lo habéis hecho por mí. Lo habéis hecho porque creéis profundamente en la más estadounidense de las ideas: que, ante lo imposible, las personas que aman a este país pueden cambiarlo.

Esto lo sé. Lo sé porque, aunque estoy aquí esta noche, nunca olvidaré que mi viaje empezó en las calles de Chicago haciendo lo que muchos de vosotros habéis hecho para esta campaña y para todas las campañas aquí en Iowa: organizar, trabajar y luchar para que las vidas de las personas sean un poco mejor.

Sé lo duro que es. Y que el sueño es escaso, la paga pequeña y el sacrificio grande. Hay días de desilusión, pero a veces, sólo a veces, hay noches como ésta, una noche que, dentro de unos años, cuando hayamos hecho los cambios en los que creemos, cuando más familias puedan permitirse acudir mejor si tenemos el valor ir a por ello, de trabajar por ello y de luchar por ello.

La esperanza es lo que vi en los ojos de una joven de Cedar Rapids que trabaja en el turno de noche tras todo un día en la universidad y que a pesar de ello no puede permitirse pagar la asistencia sanitaria para una hermana que está enferma; una joven que sigue creyendo que este país le dará la oportunidad de realizar sus sueños.

La esperanza es lo que escuché a un médico, cuando nuestros hijos (cuando Malia, Sasha y vuestros hijos) hereden un planeta un poco más limpio y seguro, cuando el mundo perciba a Estados Unidos de modo diferente y Estados Unidos se vea a sí mismo como un país menos dividido y más unido, entonces seréis capaces de volver con orgullo la vista atrás y decir que fue en este momento cuando empezó todo.

Éste fue el momento en que lo improbable golpeó lo que Washington siempre había considerado inevitable.

Éste fue el momento en que rompisteis las barreras que nos habían separado durante demasiado tiempo, cuando unimos a personas de todos los partidos y de todas las edades en una causa común; cuando dimos por fin a los estadounidenses que nunca habían participado en política una razón para ponerse en pie y hacerlo.

Éste fue el momento en que por fin hicimos retroceder la política en la voz de una mujer de Nueva Hampshire que me dijo que no había sido capaz de respirar desde que su sobrino se había ido a Iraq; que sigue rezando todas las noches para que vuelva sano y salvo.

La esperanza es lo que llevó a una banda de colonos a levantarse contra un gran imperio; lo que condujo a la mayor de las generaciones a liberar un continente y sanar a una nación; lo que condujo a hombres y mujeres jóvenes a sentarse en comedores de los que estaban excluidos por su color, enfrentarse a las mangueras y desfilar por Selma y Montgomery en favor de la causa de la libertad.

La esperanza, la esperanza es lo que me ha conducido hasta aquí, con un padre de Kenia y una madre de Kansas y una historia que sólo podría ocurrir en los Estados Unidos de América. La esperanza es el cimiento de este país, la creencia de que nuestro destino no será escrito para nosotros, sino por nosotros; por todos los hombres y mujeres que no se conforman con el mundo tal como es, sino que tienen el valor de rehacerlo tal como debería ser.

Esto es lo que hemos empezado aquí, en Iowa, y éste es el mensaje que ahora podemos llevar a Nueva Hampshire y más allá.

El mismo mensaje que teníamos en los buenos y los malos momentos, el mensaje que puede cambiar este país ladrillo a ladrillo, calle a calle, con manos encallecidas: que juntos, las personas corrientes podemos hacer cosas extraordinarias; porque no somos una colección de estados demócratas y estados republicanos, somos los Estados Unidos de América; y en este momento, en estas elecciones, estamos otra vez dispuestos a creer.
Fuente: La Vanguardia-España

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este mensage de esperanza me parece demaciado optimista!

No olbidamos que Obama (o Mac Cain) quedara ante todo UN PRESIDENTE AMERICANO, con los instereses américanos como prioridad....