Sorpresa, incredulidad, mucha alegría, satisfacción y reconocimiento, pero también perplejidad y sarcasmo. La concesión del premio Nobel de la Paz a Barack Obama desató una riada de reacciones, desde las más poderosas cancillerías hasta las calles más humildes de un mundo que reflejó ayer el extraordinario grado de expectativas que el actual presidente de EE UU ha suscitado entre todos los pueblos.
Sarkozy: "Esto corona el regreso de EE UU al corazón del mundo"
"Esperamos que el galardón le anime a luchar contra la injusticia", dice Irán
Las reacciones son una interesante muestra del estado del tablero mundial. La Europa atlántica saludó con calor el premio al hombre que ha sanado muchas de las heridas que dividían los dos lados del océano durante la presidencia de George W. Bush y que apuesta por una concepción de las relaciones internacionales más cercana a los valores europeos. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, lo expresó así: "Este premio corona el regreso de América en el corazón de los pueblos del mundo". Otros líderes, como el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, desearon que el premio sirva de "estímulo y respaldo" a Obama para que avance en sus "conquistas de paz".
Los representantes de las principales instituciones internacionales celebraron el reconocimiento al hombre que tumbó el unilateralismo predicado por la Administración Bush. Mohamed el Baradei, director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, señaló que "en menos de un año, Barack Obama ha promovido un cambio radical en la manera en la que nos miramos a nosotros mismos, en la manera en la que miramos a nuestro mundo. Está restaurando los valores básicos según los que cada uno de nosotros debería vivir: diálogo, respeto, democracia, derechos humanos, y un sistema de seguridad que no depende de armas nucleares".
Desde Rusia, otro premio Nobel de la Paz, Mijaíl Gorbachov, reflejó la nueva y más conciliadora actitud rusa con respecto a Washington. "Estoy feliz. Lo que Obama ha hecho durante su presidencia es una gran señal, ha dado esperanza", dijo el hombre de laglasnost, en referencia al que acaba de tumbar el controvertido plan para ubicar en Europa del Este instalaciones para el escudo antimisiles.
Precisamente desde uno de los dos países en donde la Administración Bush pretendía colocar esas instalaciones, Polonia, vinieron manifestaciones de perplejidad en cierto sentido acordes con los recientes temores expresados ante el presunto alejamiento de Washington de Europa del Este. "¿Qué? ¿Obama? ¿Tan pronto? ¡Demasiado pronto!", observó Lech Walesa, líder de Solidaridad y, a su vez, premio Nobel de la Paz. "No ha tenido todavía tiempo de hacer nada. De momento no hace otra cosa que proponer".
El primer ministro polaco, Donald Tusk, tampoco se abandonó a la euforia. "Es una decisión sorprendente e interesante, pero también controvertida", dijo.
Las zonas más alejadas del entusiasmo general, desde Palestina a Afganistán, tampoco se quedaron indiferentes. Los talibán optaron por el sarcasmo: "¿Premio Nobel de la Paz? Debería haber ganado el Nobel para la escalada de violencia y matanza de civiles", dijo Zabibulá Mujahid, portavoz de los islamistas.
Teherán fue una de las primeras capitales en reaccionar: "Este premio no nos molesta y esperamos que motive a Obama a dar pasos concretos para eliminar las injusticias del mundo", dijo un portavoz del presidente Mahmud Ahmadineyad.
El presidente israelí, Simón Peres, comentó que "son pocos los líderes que en tan poco tiempo consiguen cambiar el estado de ánimo del mundo". Benjamín Netanyahu manifestó su esperanza de trabajar con Obama para la paz. De manera más explícita, Reuvén Ruivlin, presidente del Parlamento israelí dijo: "El Nobel puede acabar traduciéndose para Israel en la imposición de un acuerdo" que no responda a los intereses de Israel.
Por el lado palestino, al optimismo de Al Fatah respondió la perplejidad de Hamás. "Si no se concreta un verdadero cambio en la política estadounidense en el reconocimiento de los derechos del pueblo palestino, creo que sería un premio inútil", aseguró Ismail Haniya, primer ministro de Hamás en Gaza.
Las agencias de noticia reflejaron muchas reacciones de alegría y empatía en calles de todo el mundo. También, aunque en medida inferior, perplejidad. El premio Nobel (de Literatura) José Saramago quiso zanjar algunas de esas perplejidades así: "El galardón no es prematuro si lo tomamos como una inversión. Quizás Obama tome todavía más consciencia de cuánto lo necesitamos.