El hacktivismo o actividad de los hackers para informar al público de todo aquello que los Gobiernos no quieren que se sepa, se está convirtiendo en el movimiento contracultural del siglo XXI. No es tanto que vuelvan los años sesenta, como que una forma de sentir las relaciones del ciudadano con la cosa pública de raíz profundamente anglosajona, ha encontrado en las nuevas tecnologías su forma de expresión. En el fenómeno creado por la oleada de revelaciones del movimiento Wikileaks , que dirige elescurridizo australiano Julian Assange -primero sobre las guerras de Afganistán e Irak, y esta semana sobre la diplomacia planetaria de EE UU- hay que distinguir dos realidades: el material informativo en sí mismo, y la propiedad política y moral de sa exposición... Seguir leyendo artículo
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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