lunes, 15 de diciembre de 2008

Un reportero iraquí en furia arrojó sus zapatos a Bush

Abajo, el periodista iraquí en el momento de lanzar sus zapatos. Como reacción inmediata al súbito incidente, Bush intenta tranquilizar a los presentes tras la agresión. El presidente reaccionó con reflejos y luego mostró sentido del humor.


A modo de despedida de una guerra que ha terminado por lastrar su paso por la Casa Blanca, el presidente Bush apareció ayer en Bagdad para una última «visita-sorpresa» con una agenda centrada en la celebración de los avances logrados con más tropas de Estados Unidos y el nuevo pacto de seguridad negociado con el gobierno de Irak. Pero el ocupante del despacho oval, al que tan solo le restan 36 días de mandato, se encontró con un inesperado pero simbólico recordatorio de la impopularidad de sus decisiones.Un reportero iraquí, identificado como Muntadar al-Zeidi, aprovechó un encuentro con la Prensa en la fortificada «zona verde» de Bagdad, para lanzar con evidente furia sus dos zapatos contra la cabeza del líder de Estados Unidos. El corresponsal del canal Al-Baghdadia acompañó su ofensiva de calzado gritando en árabe: «Toma tu beso de despedida de parte del pueblo iraquí, pedazo de perro. Este es el final».Del número 42Tras el humillante incidente, en el que el presidente de Estados Unidos demostró cierta agilidad de reflejos para esquivar el calzado volador, Bush intentó bromear sobre la patética situación diciendo: «Todo lo que tengo que informar es que los zapatos eran del número 42». Aunque la guerra de Irak ofrece una serie de cifras mucho más trascendentales desde que empezó hace casi seis años con la falsa atribución de armas de destrucción masiva al régimen de Irak.Junto a un número no debidamente contabilizado de víctimas entre la población iraquí, el conflicto ha costado la vida a 4.209 militares de Estados Unidos y una factura estimada en más de 430.000 millones de euros. Además de la permanencia de un contingente de 150.000 efectivos estadounidenses, que el presidente electo Barack Obama ha prometido retirar de forma gradual y responsable en el plazo de 16 meses.Durante su cuarta visita a Irak, Bush ha insistido en que «la guerra no se ha terminado» y que «todavía queda mucho trabajo por hacer». Y justo cuando el presidente de Estados Unidos afirmaba en tono «churchiliano» el principio de una victoria en Irak es cuando los dos zapatos han volado entre un instantáneo remolino de guardaespaldas. En el mundo árabe, arrojar calzado es una afrenta especialmente ofensiva, como quedó demostrado tras la invasión del 2003 en el desahogo popular con una estatua de Sadam Husein derribada por los «marines» en el centro de Bagdad.En su comparecencia con el primer ministro Nuri Al-Maliki, el presidente Bush no ha dejado de aplaudir la mejorada situación de Irak en términos de seguridad. Insistiendo en que el acuerdo logrado con Bagdad para redesplegar y reducir las fuerzas militares de Estados Unidos hubiera «sido imposible» no hace tanto tiempo. Según Bush, «existe esperanza en los ojos de los jóvenes de Irak», insistiendo en que «éste es el futuro por el que hemos estado luchando».Durante su visita, George W. Bush ha firmado un copia ceremonial del nuevo acuerdo de seguridad alcanzado con el gobierno de Irak. Según Stephen Hadley, consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca, el viaje del presidente de Estados Unidos tenía por objetivo ilustrar como la relación bilateral está cambiando «con los iraquíes justamente ejerciendo una soberanía mayor y nosotros en un papel cada vez más subordinado».El acuerdo, que entrará en vigor el próximo mes de enero, reemplaza el mandato de la ONU que otorgaba a la coalición liderada por Estados Unidos amplios poderes para realizar operaciones militares dentro de Irak. El pacto contempla la retirada de todas las tropas del Pentágono de las grandes ciudades iraquíes para finales de junio. Y una retirada completa para finales del 2011.

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