El autor de 'La hoguera de las vanidades' sigue despellejando vivo a quien se atreva a plantarle cara. Desde Miami habla de qué está escribiendo, qué está pensando y cómo llegó a ser Tom Wolfe
Wolfe reconoce que, "a veces, en un restaurante se acercan personas y me preguntan si hay mesas disponibles". GUSTAVO GARELL
¡Mailer está muerto! ¡John Updike no ha escrito nada que valga la pena leer desde la presidencia de Ronald Regan! ¿Roth? Bueno, sí, es prolífico como siempre. ¿Pero no se han cansado ya de Zuckerman, su alter ego pusilánime y abrumado por su vida cómoda que llega a su fin? ¿Salinger? Esta más escondido que Bin Laden. ¿Pynchon? Ok, sí. Sigue jugando en la Primera División pero sería más fácil conseguir una entrevista con Elvis que con el autor paranoico del Arcoiris de la Gravedad. De los grandes escritores estadounidenses vivos que trazan su linaje desde Melville y Twain, desde London y Dos Pasos, desde Hemingway y Faulkner, y hasta Truman Capote y Hunter S. Thompson, ¿quién se mantiene aún de pie en el ring, luchando ambiciosamente por la caza del Gran Premio –más elusivo que la Ballena Blanca que arrastró al abismo a Ahab y su tripulación–: la Gran Novela Americana? ¿Quién cree usted? Hay sólo una respuesta: Tom Wolfe.
¡Sí, Tom Wolfe! El inventor del Nuevo Periodismo. El último dandy americano. El reportero impecable, incansable e innovador que pudo retratar tribus de los sesenta tan heterogéneas como los monjes lisérgicos del Bus Mágico de Ken Kessy (The Electric Cool Aid Acid Test, 1968) y los aviadores cojonudos de la NASA (The Right Stuff, 1979).
1 comentario:
Me encanta tus fotos, el buen blog!
Publicar un comentario